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Praia de Nemiña

Situada en un entorno privilegiado con la Ría de Lires, la Praia de Nemiña es el final de esta séptima etapa que había sido, por sus desniveles, la más dura del camino.

La Playa de Nemiña se encuentra al sur de Cabo Touriñan. Apta para la práctica del surf, existen varias escuelas que dan clases durante el verano. Además es buen sitio para pescar, con unas lubinas de las mejores de la zona.

A la izquierda de la playa desemboca el Río Castro en la Ría de Lires, formando un paisaje de gran belleza.

Rodeando al arenal, unas imponentes dunas completan este paraíso de Nemiña

Los únicos servicios en la playa son los dos bares que se encuentran en cada extremo y que son el soporte perfecto para disfrutar de este entorno.

En el grupo había sensaciones encontradas. Por un lado, estábamos muy contentos porque sólo nos quedaba una etapa para llegar al Cabo Fisterra, al igual que muchos viajeros durante siglos, pero nosotros íbamos a llegar por el lado salvaje: por el Camiño dos Faros. Sin embargo también algo de tristeza se respiraba en el ambiente…se acercaba el fin de una aventura que no queríamos que acabase nunca.

De Touriñán a Nemiña

Desde el Coído de Touriñán comienza este último tramo de la etapa de algo menos de 4 kilómetros que nos llevará hasta Nemiña, acompañados de los últimos rayos de sol.

El mirador que existe en la carretera que puede ser una buena elección. O Camiño dos Faros siempre va hacia el Oeste y todos los finales de etapa nos regalan una puesta de sol diferente…

Despues de un pequeño tramo de asfalto y con escaso tráfico, que nos permite descansar un poco las piernas del tute que llevábamos, el camino se desvía a la derecha para pasar por la aldea de Talón en busca del final de etapa.

Talón es otro ejemplo típico de economía de subsistencia. Su ganado y sus cosecha que se guarda en el hórreo, para que esté aireada y protegida de los roedores.

Por fin llegamos a Nemiña. Y sí, ha sido un día duro con esos 10 kilómetros de alta montaña que recorrimos. Pero eso a los trasnos nos hace más fuertes…y nos está esperando la cervecita de final de etapa, que sabrá mejor que nunca.

Faro Touriñán

Situado más al Oeste que el propio Finisterre, la zona de la Illa do Castelo es punto más occidental de la España peninsular, este enorme saliente en la costa de más de 2 km fue debidamente señalizado con la construcción de un faro en 1898, para guiar a las embarcaciones durante la travesía por estas peligrosas aguas. Empezamos nuestro recorrido bordeando todo el cabo por un pequeño sendero…

…que nos acerca a los acantilados de Gaivoteira, que veremos con mucho cuidado. Ya sabéis que pasa en estos sitios, con cuidado se pueden ver casi todos, sin cuidado no se debería ver ninguno. Ante todo, seguridad.

Continuamos nuestros pasos y ya a lo lejos vemos el faro.

El Faro Touriñán original no estaba previsto inicialmente pero, debido a los numerosos naufragios de finales del siglo XIX, se inauguró en 1898 aprovechando la óptica del viejo faro de Vilán. Situado a 50 metros sobre el nivel del mar y con una altura de 8 metros, está anexado a la vivienda de los fareros y alcanzaba las 10 millas, con una luz fija blanca producida por una lámpara de parafina. En 1918 se cambió por una de vapor de petróleo a presión, aumentando el alcance hasta las 20 millas.

El faro nuevo, construido en 1981, es una torre de hormigón de 11 metros de altura con una luz que alcanza las 23 millas, emitiendo 1 y 2 destellos cada 15 segundos. Un poco más delante, 400 metros por el Camiño dos Faros, a la altura de la Illa Herbeira está el punto más occidental de la España penínsular.

Nos sentamos en el césped que hay delante del edificio, en cuya fachada podemos ver como un curioso poema anónimo, dedicado a Dios y hecho con mucha paciencia, aún perdura en la pared. Desde las alturas, volvemos a tener una vista privilegiada de este Océano Atlántico.

A la derecha, allí abajo, vemos la imponente Laxe dos Buxeirados, una restinga que se adentra en el mar y que supone un peligro para la navegación marítima. Como en 1935, cuando el choque entre el barco alemán Madeleine Reig y el pesquero gallego Ocho Hermanos hizo que éste se partiese en dos, salvándose toda la tripulación. Otro naufragio más si no fuese porque el destino es muy caprichoso y, 22 años después, en 1957, el Madeleine Reig se hundía en el mismo lugar. Además, en las cercanías de Touriñán, en tiempos de la primera guerra mundial, los submarinos alemanes mandaron al fondo del mar a un buen número de barcos aliados.

Durante un mes al año, desde el equinoccio de la primavera alrededor del 22 de marzo hasta el 25 de abril, en Touriñán se pone el último sol de la Europa continental. En este vídeo lo explica con claridad el físico Jorge Mira.

Nos despedimos del faro tomando el estrecho sendero que bordea toda la costa, acordándonos otra vez de los versos del poeta muxián Gonzalo López Abente, que nos está acompañando toda esta etapa.

Da terra vixiante
centinela, desperto
de cote para ollar cara o deserto
líquido e pavoroso que ten diante;
índice oucidental forte e barudo,
dedo o mais longo da galega man;
soberbo promontorio, monte rudo:
CABO TOURIÑÁN!

Así llegamos a la Illa do Castelo (o Herbosa) y ahora sí que estamos caminando por el punto más occidental de este camino y de la España peninsular. A la isla sólo se accede por tierra en mareas muy vivas y tiene en su parte superior los restos de una pequeña torre o faro, que no se sabe muy bien su procedencia.

El tramo finaliza en el Coído de Touriñán, después de este recorrido de más de tres kilómetros alrededor del cabo, que pueden ser perfectamente una buena ruta circular.

Prados de Touriñán

Salimos de la Praia de Moreira por una pequeña cuesta y nos dirigimos al Faro Touriñán, punto más occidental de la España Peninsular.

Esta segunda mitad de la etapa es prácticamente llana y nos permitirá caminar en paralelo, algo que no es muy fácil en este camino.

Dejamos las aldeas de Touriñán y Campos a nuestra izquierda.

Como pasaba en el Roncudo, son aldeas típicas del Finis Terrae, con gran cantidad de hórreos y gentes especializadas en subsistir a los duros inviernos. Tened en cuenta que hace años las comunicaciones con esta periferia de la periferia eran prácticamente nulas.

Como siempre, en cada paso, alguno de los ingenios de esta Costa da Morte nos sorprende en el camino.

A nuestra derecha vemos toda la punta del Cabo Touriñán

En este lado, durante los grandes temporales, el mar golpea con fuerza una y otra vez.

Después de la recta de asfalto el sendero se desvía a la derecha para bordear toda la punta del cabo.

Praia de Moreira

Por fin llegamos a la Praia de Moreira, una hermosa cala de bolos y arena, donde vamos a hacer una pequeña parada para descansar.

Ya habíamos pasado el tramo más duro de la ruta, diez kilómetros sin tregua en los que parecía más que estábamos en una cordillera que haciendo una ruta por la costa.

Desde aquí vemos la inaccesibilidad de la Ribeira de Viseo. Estos grandes acantilados son los que hace nimposible que nuestro camino se acerque más a la costa, obligándonos a bordearlos por sus cumbres.  Por una parte es una pena, pero por otra asegura la perfecta conservación para siempre.

Y la playa de Moreira es un oasis en este mar de  rocas.

Las gaviotas saben de esta tranquilidad y se toman un descanso en sus viajes como lo estamos tomando nosotros…

… antes de dirigirnos al siguiente punto de nuestro camino: Touriñán.

 

 

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Ribeira de Viseo

Si llevábamos una etapa de grandes subidas ahora toca el gran descenso de la etapa. Desde los 269 metros de la cima de Monte Pedrouzo tenemos que bajar al nivel del mar, por la Ribeira de Viseo para llegar a la playa de Moreira.

Al fondo vemos la silueta de Faro Touriñán, otro de los puntos claves de este Camiño dos Faros, al que tardaremos aún un par de horas en llegar.

Vamos en continuo descenso entre toxos por esta Ribeira de Viseo hasta llegar a la mayor bajada del Camiño dos Faros: la bajada a Moreira (600m, -25%). Nuestra ruta son sensaciones y esta es máxima. Mientras tenemos cuidado de no caer de culo, cosa que es muy posible en este tramo, nos paramos de vez en cuando para, a vista de pájaro, contemplar otra panorámica que sólo puedes ver si eres trasno.

O Camiño dos Faros es el de la diversidad de paisajes, incluso en la misma época. Algunos años estas margaritas cubren todo este monte como se puede ver en las imágenes. Otros años no.

Monte Pedrouzo

Parece mentira que queriendo hacer el camino por el borde del mar no nos quede otro remedio que ascender hasta esta altura, pero el encanto de O Camiño dos Faros es ese. Para llegar a los 269 metros de Monte Pedrouzo estaremos ascendiendo 2 kilómetros con una pendiente media del 13%.

Desde el regato donde paramos a comer, el camino se mete hacia el interior, por el Bosque de Cuño. Ojo y no os confundáis en este punto, porque continuar por los acantilados es imposible y muy peligroso. Entre esos bosques comenzamos el ascenso a Monte Pedrouzo, que no es complicado, pero con lo que llevamos de etapa más de uno va con la lengua fuera.

En el medio del tramo la cosa se suaviza y los pinos nos dan la sombra necesaria para seguir caminando…

… hasta que llega la ascensión final que nos acerca, con la lengua fuera, a la cima

La cima del Monte Pedrouzo es un lugar muy trasno, y las piedras que lo coronan son el mejor lugar de reunión para esperar a los rezagados. Hacemos un pequeño descanso y disfrutamos de las vistas panorámicas de Cabo Touriñán adentrándose en el mar.

Como en el resto de la etapa, sólo se percibe una cosa: el silencio. No llega el ruido del mar, no llega la gente y nos hemos cruzado con muy pocos animales en todo el día… Un sentimiento de tranquilidad que sólo te lo da O Camiño dos Faros.

Panorámica a 360º de Monte Pedrouzo

Cuño

El Coído de Cuño es el SPA de los trasnos. Situado al final del prado, el regato que baja es un regalo en esta etapa después del tute de que llevamos. Nos sacamos las mochilas, preparamos el avituallamiento y toca relajarse un poco…

Este Coído de Cuño, lleno de bolos de todos los tamaños, es de gran interés geológico y su origen puede proceder de depósitos cuaternarios, aunque otros autores señalan que puede ser debido a una terraza marina.

Con el Prestige, todas estas rocas quedaron cubiertas de una pasta negra de fuel imposible de sacar, y de la que aún podemos ver algún resto. Tanto aquí como en Moreira los científicos ensayaron varios métodos de biorremediación, proceso que utiliza microorganismos que eliminan esa contaminación.

No sabemos si en el cuaternario había jamón, pero nosotros sí que necesitamos biorremediación. Ahora y aquí toca avituallamiento. Saca la navaja, corta la barra, mete el jamón, queso y tomate…y para adentro. Como veis, los trasnos no nos complicamos mucho la vida, pero comer comemos… 😉

Mientras le damos al bocata y relajamos los pies en las pequeñas cascadas de este riachuelo de Cuño, pensamos otra vez en la suerte que tenemos. Como nos pusieron los sitios perfectos para disfrutar al cien por cien de esta aventura.

Pero el descanso en esta etapa no puede durar todo el día y, después de este rato de relax, tenemos que ascender por los bosques al Monte Pedrouzo, de 269 metros. Tened mucho ojo, porque desde el regato de Cuño hay que meterse hacia el interior, no sigáis la costa acantilada porque es imposible.

Punta Buitra

Desde Cachelmo descendemos por un sendero complicado que nos lleva hasta la pista de la pequeña Praia de Arnela, en un entorno casi virgen. Es una playa de no fácil acceso y escondida por tierra y por mar, habiendo sido utilizada en algún momento por narcotraficantes en sus descargas.

Al llegar al final del asfalto, el camino continúa subiendo por el único sendero existente entre los pinos hasta alcanzar la pista de Buitra.

Punta Buitra es otro de los salientes que tiene esta revirada costa de Muxía y que te hace caminar sobre el océano. La pista de tierra que va hasta el final nos permite un pequeño descanso a las piernas en este duro tramo…

… mientras seguimos teniendo unas hermosas vistas del mar rompiendo en los acantilados de Monte Cachelmo y la playa de Arnela.

Al llegar al final, cambiamos totalmente de plano y son los acantilados de Cuño y la punta de Cabo Touriñán los que tendremos muy presentes a partir de ahora. Subimos el sendero hasta la cima de Punta Buitra…

.. para luego descender por los acantilados de Cuño, que nos dejan con la boca abierta. El monte cae de manera abrupta, formando varias puntas donde el mar no para de romper, llenándolo todo de espuma.

El tramo no es fácil… esfuerzos continuos que se compensan con paradas, en las que parece que sobrevolamos el mar de Muxía.

Otro tramo de costa abrupta, otra mole de granito que nos defiende del continuo golpeo de un Océano Atlántico que no conoce descanso.

Así llegamos al Coído de Cuño, donde vamos a hacer una parada grande y bien merecida.

Furna da Buserana

A los pies del imponente Monte Cachelmo se encuentra la Furna da Buserana, escenario de una leyenda que nos habla del amor entre el trovador Buseran y la bella Florinda.

En tiempos remotos, había en la cima de Monte Cachelmo una fortaleza perteneciente a un rico caballero, padre de una hermosa mujer de nombre Florinda. Un día, estando el padre ausente, aparece por el castillo Buserán, un joven trovador de cantigas, que queda prendada de la belleza de Florinda, viviendo ambos una apasionada historia de amor.

Cuando el padre vuelve y se entera, encierra a Florinda en la fortaleza. Aun así, Buserán no se da por vencido y todas las noches entona cantigas de amor para el deleite de la moza. Esto acaba con la paciencia del señor, que ordena la muerte de Buserán lanzándolo, según cuenta la leyenda, al mar de la furna.

Enterada Florinda del trágico final de Buserán, ésta enloquece y se dirige día y noche a la orilla de la furna llamando por su enamorado. Uno de esos días, a la llamada de Florinda, se comienzan a escuchar desde la furna las melodías de Buserán. Y, de repente, una ola de espuma sube por el acantilado, tomando la forma de Buserán y llevándose a Florinda para siempre.

Desde entonces, los pescadores que faenan cerca cuentan que podían escuchar las cantigas de Buserán, además de atribuirle la virtud de corresponder a los enamorados que vengan aquí a pedir sus deseos.

Monte Cachelmo, tí tes
negras, moi negras entranas;
n-elas rebuldan treizoeiras
as ondas qu’o mar espalla.
Co-a tua altivés, Cachelmo,
non m’enganas, non m’enganas,
qu’antre os teus penedos brancos
e as tuas verdes carrascas
agochada tel-a boca
da furna da Buserana.
(Gonzalo López Abente)

La Furna da Buserana se puede ver después desde Punta Buitra y también desde el mar. No intentes costear este Monte Cachelmo porque es imposible y muy peligroso. Desde la cima, el camino continua hacia el interior, por el bosque que nos lleva a la pista de la Praia de Arnela.

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