Cuño

El Coído de Cuño es el SPA de los trasnos. Situado al final del prado, el regato que baja es un regalo en esta etapa después del tute de que llevamos. Nos sacamos las mochilas, preparamos el avituallamiento y toca relajarse un poco…

Este Coído de Cuño, lleno de bolos de todos los tamaños, es de gran interés geológico y su origen puede proceder de depósitos cuaternarios, aunque otros autores señalan que puede ser debido a una terraza marina.

Con el Prestige, todas estas rocas quedaron cubiertas de una pasta negra de fuel imposible de sacar, y de la que aún podemos ver algún resto. Tanto aquí como en Moreira los científicos ensayaron varios métodos de biorremediación, proceso que utiliza microorganismos que eliminan esa contaminación.

No sabemos si en el cuaternario había jamón, pero nosotros sí que necesitamos biorremediación. Ahora y aquí toca avituallamiento. Saca la navaja, corta la barra, mete el jamón, queso y tomate…y para adentro. Como veis, los trasnos no nos complicamos mucho la vida, pero comer comemos… 😉

Mientras le damos al bocata y relajamos los pies en las pequeñas cascadas de este riachuelo de Cuño, pensamos otra vez en la suerte que tenemos. Como nos pusieron los sitios perfectos para disfrutar al cien por cien de esta aventura.

Pero el descanso en esta etapa no puede durar todo el día y, después de este rato de relax, tenemos que ascender por los bosques al Monte Pedrouzo, de 269 metros. Tened mucho ojo, porque desde el regato de Cuño hay que meterse hacia el interior, no sigáis la costa acantilada porque es imposible.

Un paisaje en cada paso