Bajar el Penal de Veo y llegar a la Playa do Trece un día de invierno, con sol y el mar trabajando duro es una de las mejores experiencias que te puede ofrecer esta Costa da Morte.
De gran belleza, el azote contínuo del Atlántico le da un aspecto desértico, con un gran cordon dunar y especies de flora protegida como la caramiña, que da nombre a Camariñas.
Seguimos estando en un punto muy sensible. Tenéis que estar atentos a las señales y no os salgáis del camino.
Atravesamos toda la playa que está formada de pequeñas calas divididas por restingas de rocas que se adentran en el mar.
Una combinación de mar, viento, arena y rocas que crea por doquier hermosos rincones donde pararse y fotografiar.
La Praia do Trece, un espacio de litoral salvaje que hay que disfrutar y preservar.
Xorxa y Tolo lo saben y lo están disfrutando como nosotros. Recordad que cuando crucéis estas playas estéis atentos a los perros, sobre todo, en época de nidificación de aves entre marzo y julio llevadlos controlados.
Recorremos las calas una a una, saboreando con tranquilidad cada uno de los paisajes que se nos presentan en cada paso…
… hasta llegar al final de la playa. Allí comienza el sendero que nos acerca al Cementerio de los Ingleses, donde haremos la parada de avituallamiento, aprovechando los muros para resguardarnos del continuo viento que azota esta Punta Boi.