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Lires

Una vez pasado el Ponte de Vaosilveiro, llegamos a Lires, aldea con mucho encanto y ya acostumbrada al peregrino, que pasa entre hórreos y casas rurales restauradas con mucho gusto. La oferta de alojamientos es amplia y variada, por lo que os la recomendamos para pasar unos días.

En el centro de la población podéis encontrar siempre abierto el Bar As Eiras, que cuenta también con alojamiento y restaurante. Tened en cuenta que no encontraremos absolutamente nada más hasta llegar a Fisterra.

Lires fue siempre el ejemplo de trabajo en común, una vecindad que ya demostró esa unión a finales de los años 60, como muestra este antiguo documental, en el que se ve todo el proceso realizado para la instalación de agua.

En Lires nos encontramos algunas de las primeras casas rurales de España. Casa Lourido y Casa Raúl, que continúan hasta nuestros días, entraron a formar parte en 1968 del programa del Ministerio de Turismo llamado Vacaciones en Casas de Labranza, germen del actual turismo rural.

La Igrexa de San Estevo fue construida en el siglo XVII sobre los restos de una anterior, más cercana a la ría.

Desde el puente parte el Camino de Santiago a la izquierda, pero nosotros continuamos por O Camiño dos Faros, por el cementerio a la derecha para descubrir este paraíso natural: la Ría de Lires .

Vaosilveiro

Este tramo va paralelo al Río Castro por un sendero ancho entre bosques repletos de vegetación autóctona hasta llegar a la aldea de Vaosilveiro y su puente.

Al lado del río se construyó una canalización para aprovechar estas aguas para la piscifactoria. Normalmente, en épocas de lluvia, el terreno está bastante encharcado. En este camino lleno de dificultades no va a ser un regato quien nos haga frenar.

Llegamos a la pequeña aldea de Vaosilveiro, que tiene una única casa cuyos vecinos se alegran al ver el paso de los trasnos, y nos muestran antiguos aperos de labranza que tienen allí expuestos.

Sobre el río Castro, y debido al auge del Camino de Santiago y su prolongación hasta estas tierras, se construyó en los últimos años este Ponte de Vaosilveiro, puente que sustituye a los antiguos pasos, que eran esos pequeños bloques de piedra por los que tenían que ir saltando de uno en uno para atravesar el río. Como podéis comprobar, dependiendo de la cantidad de agua que lleve, el paso podía ser más o menos complicado.

En el puente está la frontera entre los concellos de Muxía y Cee. Continuando por el camino de piedra que coincide con la ruta jacobea llegamos a las primeras casas de Lires.

Saliendo de Nemiña

La última etapa de O Camiño dos Faros comienza aquí, en la Praia de Nemiña, en un día de marea baja y otro amanecer espectacular… Desde allí podemos contemplar lo que nos espera antes de llegar al mítico Finis Terrae: de izquierda a derecha todos los acantilados y las playas del Rostro, Arnela y el Cabo de la Nave, última punta antes del Cabo Fisterra.

Una de las mejores sensaciones de esta aventura es cruzar las playas en marea baja. Y esto mezclado con la luz de esta mañana, nos ofrece un gran espejo en toda la playa…

Al final, nos encontramos con la desembocadura de la Ría de Lires, que nos va a obligar a dar un rodeo de tres kilómetros por el Ponte de Valsilveiro y Lires. Toda esta vuelta se puede ahorrar cruzando la ría, pero esto sólo es posible durante un par de horas en los meses de verano, una hora antes y una hora después de la marea baja. En otras condiciones, se forma un canal y es IMPOSIBLE.

Para dar toda esta vuelta, desde la orilla de la ría, subimos a la pista de tierra por el sendero existente entre las dunas. Cuando atravieses una duna recuerda hacerlo siempre por la arena, evitando pisar la frágil vegetación que tanto tiempo ha costado formarse.

Con marea alta, este paseo que hemos dado por la orilla se puede hacer desde el principio por la pista de tierra, que es realmente por donde va O Camiño dos Faros, diseñado para que sea posible en todas las condiciones.

Desde arriba vemos perfectamente la ría y la piscifactoría de truchas, que se aprovecha de las aguas del Río Castro. Campan a sus anchas las gaviotas y cormoranes que encuentran allí un tranquilo restaurante.

Este tramo finaliza con un kilómetro de asfalto por una carretera con escaso tráfico hasta llegar al cruce a la derecha que nos introduce en el Bosque de Vaosilveiro.