Por fin estamos ante la majestuosa figura de Faro Vilán, que se adentra en el mar sobre un promontorio rocoso de 100 metros de altura en el que, sin duda, es un punto clave de este Camiño dos Faros.
El entorno es impresionante. Enfrente a él, el peñasco de Vilán de Fora, separado de la tierra por el paso O Bufardo, donde el mar lo llena todo de espuma blanca. El viento, presente casi todos los días, esculpe las rocas de los alrededores formando figuras de las más variadas formas.
Es el habitat perfecto de las aves marinas, alguna en grave peligro de extinción como la gaviota tridáctila o el arao común, que tiene en estos peñascos las últimas parejas. Además de ellos, cormoranes, mascatos, pardelas, charráns o álcidos encuentran en Vilán su casa.
En Cabo Vilán había un faro de vapor funcionando desde 1854, el Faro Vello, situado en una torre octogonal sobre una pequeña elevación, del que hoy se pueden ver sus restos. Este faro, al no estar situado en la parte más alta, no era capaz de salvar la roca del cabo y dejaba zonas a ciegas. Se intentó solucionar volando con dinamita algunas zonas pero fue imposible.
En 1885 se aprobó la construcción de un faro de primer orden y, los desastres del Serpent en 1890 y del Tinacria en 1893 obligaron a acelerar su puesta en funcionamiento. El 15 de enero de 1896, seis años despues de la tragedia del Serpent, se inaugura en su ubicación actual el primer faro eléctrico de España, suponiendo una notable mejoría para la navegación. La luz de producía por un arco eléctrico entre dos electrodos de carbón. Con una torre octogonal de 25 metros de alto su luminosidad alcanzaba las 10 millas, siendo uno de los más potentes de la época. Fue declarado de Interés Nacional en 1933. En 1962 se reformó la óptica alcanzando 28 millas y añadiéndole una sirena antiniebla.
El edificio que servía de vivienda para los fareros y sus familias está separado de la torre por un túnel cerrado de escaleras. En la actualidad podemos visitar el museo, donde veremos antiguas ópticas y otros elementos de la historia del faro, un centro de interpretación de los naufragios, la sala de exposiciones y la cafetería.
Cristina Fernández es farera desde 1977, una de las tres primeras mujeres de España que ejercieron esta profesión. Nos cuenta lo complicado que fue convencer a la familia del paso que iba a dar, a pesar de estar ya casada con un farero, Antonio Alonso.
Desde entonces vivieron en el faro, criando a sus hijos en este entorno, hijos para los que la sirena del faro era «como una nana». Es historia viva de este faro y nos cuenta miles de anécdotas. Ahora, ella y su familia nos adoptaron en este camino desde el primer día, apoyando este proyecto y haciendo que en el Faro Vilán nos sintamos siempre como en casa.
Si hemos hecho el recorrido desde Arou seguramente estaremos impresionados de lo visto, una Costa da Morte llena de historia, naufragios y leyendas que el mismo faro, si hablase, seguramente nos podría aclarar…
Salimos hacia Camariñas visitando el antiguo faro para después bajar por un camino de toxos y bordear por el lado del mar el perímetro de la piscifactoría.
Allí, al nivel del mar de Punta Esperillo, podemos contemplar desde otra perspectiva las verdaderas dimensiones de un Vilán, del que nos despedimos prometiendo volver siempre.