La Inspiración

Se aprende a vivir en todas las situaciones de la vida: con iguales, con familia, con amigos, con acampados… Tanto así que mi pasión por A Costa da Morte nació en unas actividades con adolescentes, un aula de biología marina de dos días de duración. Uno de los colegios que nos visitó en As Sinas fue el de Ponteceso. Un grupo encantador del que todavía recuerdo acampados, y entre ellos, a Sergio.

Sergio me habló de su tierra, su manera de vivir, sus lugares mágicos y sus peculiaridades. Habla con pasión y me la transmitió. A pesar de sus quince años de edad, pocos pensarán algunos, derrocha entusiasmo hacia lo suyo. Él vive enamorado de su idiosincrasia y ahora, yo también.

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Todo esto sucedió en el año 2012. Durante ese tiempo me desplacé al Norte para comprobar que no me estaba enamorando de un mito. Mis expectativas se superaron con creces: el faro Roncudo, el primero que visité, me robó el alma. Rugía. La torre de la Virgen del Faro me permitió comprobar el poderío del famoso “Nordés” y sus increíbles vistas. Punta Nariga y su Atlante me invitaban a querer ver más. Y la visión de las Sisargas desde el mirador de San Hadrián llenó mis retinas de imágenes imborrables ya.

A partir de ahí vinieron los trasnos. Buscando información en internet me tropecé con la página del Camiño dos Faros y con Traski. Descubrí que había un trasniño verde que guiaba a las personas por A Costa da Morte. El viaje era tentador pero las rutas anotadas en la “libreta de los planes” estaban pendientes desde hacía tiempo.

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Llegó la hora verde: la primavera del 2016.

Mi primera incursión en esta tierra de trasnos fue fortuita. Mi amigo y casi hermano Óscar reunió a un grupo de personas para hacer el tramo que va de Niñóns a Ponteceso. Nos sumamos Antón y yo. La no previsión de tal cometido hizo que el grupo tuviese que abandonar en el faro Roncudo. Antón y yo no terminamos tampoco pero volvimos a Niñóns, a buscar el coche, caminando. Fue una peripecia desordenada y divertida pero, sobre todo, maravillosa. El placer que provocó en mí la visión tan nítida de la bravura de ese mar y sus acantilados eminentes me hizo saber, al instante, que volvería a buscar información de los trasnos para no abandonar, ya nunca, su tierra.

Y así fue… tras un verano de campamentos llegó el momento de proponer a Antón un nuevo intento para llevar a cabo O Camiño dos Faros. Me puse en contacto con la Asociación y desde el minuto “menos uno”, diría yo, nos facilitó toda la información habida y por haber. Llegué a sospechar que Traski estaba detrás de todas las contestaciones pues tanta información, tan bien dada, tan buena disposición y tal camaradería es algo poco frecuente en nuestros días. Así empezó esta aventura que, meses más tarde, se convertiría en la gran aventura de todos mis pequeños de 1ºA del CEIP Portonovo, del curso 2016-2017.

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Antón y yo empezamos en Malpica la gran contingencia el 22 de octubre de 2016. Yo empecé a trabajar en el cole de Portonovo el 17 de octubre de 2016. Casualidades…

En el mes de diciembre ya habíamos hecho varias etapas y fue ahí cuando decidí compartir con los niños esta tan maravillosa experiencia.

Un paisaje en cada paso