Porto de Malpica

Desde la luz de entrada del puerto de Malpica empezamos los trasnos esta aventura en la Costa da Morte. Era tempranito, estábamos bien desayunados y no queríamos otra cosa que arrancar… Adiante! Ata Fisterra!.

Durante los grandes temporales de invierno, el kilómetro 0 del Camiño dos Faros recibe las brutales sacudidas de las olas, que pasan como si nada por encima del espigón.

Malpica tiene un pasado ligado a su puerto pesquero y a la caza de las ballenas. Ya desde principios del siglo XVII, con la valentía de estos marineros y la ayuda de los experimentados balleneros vascos, se tiene constancia de su pesca. El cardenal Jerónimo del Hoyo decía: «Esta villa es el puerto donde se pescan más ballenas de todos los demás de Galicia. Hay grandes matanzas cada invierno y es pesca de gran provecho, porque de un ballenato, por pequeño que sea, se sacan doscientas arrobas o cántaras de aceite. Los malpicanos las venden a los vizcaínos y deben pagar por este comercio cada año siete mil maravedíes al arzobispo de Iria Flavia de renta fija«.

Y es que este mar revuelto de invierno era propicio para las ballenas, que circulaban en sus migraciones por el Golfo Ártabro y eran avistadas desde las Illas Sisargas o la Atalaia. El licenciado Molina en la descripción del Reyno de Galicia decía: «porque estos puertos son muy bravos a la continua y comúnmente las ballenas acuden donde las ondas y la mar andan siempre muy alta. Y así aquí, en ciertos tiempos del año, como que es en los meses de diciembre, enero y febrero, que es la mayor sazón, hay grande matanza de ellas«

Este pasado ballenero se conservaba hace muy poco en algunas casas de Malpica, donde su utilizaban las vértebras como asiento y grandes huesos de ballena incluso como vigas de los tejados.

Tras la decadencia de la pesca de la ballena y la guerra civil, la supervivencia era cada vez más difícil para estos marineros en la pesca de bajura. La solución para muchos llegó en una población de Perú, allende de los mares: Chimbote. Allí, en el Pacífico, el empresario corcubionés Benigno Lago se había asentado en los años 30 explotando la pesca de la anchoveta con la que se hacía la harina de pescado. A mediados del siglo XX más de trescientas familias de la Costa da Morte, sobre todo, de Malpica y Corcubión, fueron a buscar su fortuna a Chimbote.

Algunos de los hombres que llegaron a Chimbote lo hicieron después de pasar una gran odisea. Escapando de la guerra civil, entre 1937 y 1938, habían partido para Francia el Montevideo (11 hombres) y el Rocío (29 hombres). La travesía era una locura, pero la otra opción era peor.

La noche del 29 de Agosto, con mar calmo y burlando la vigilancia franquista, lo hace el San Adrián con 26 hombres. Sin radares, sin radio y con provisiones para dos días sólo sabían que tenían que navegar rumbo norte durante 36 horas y despues cambiar a este. Tres días después, al borde de la extenuación y sin víveres ni agua, un destructor nazi los confunde con náufragos y les facilita comida y combustible para llegar a Brest.

Una vez en el lado republicano combaten en el frente de Aragón hasta que la derrota final les obliga a exiliarse por segunda vez a Francia. Y es allí cuando, el 5 de Agosto de 1939, 12 de estos 26 malpicáns embarcan en el Winnipeg, fletado por Pablo Neruda con destino a Chile. Allí permanecerán unos meses hasta que saltaron a Chimbote de la mano de Benigno Lago.

Aquí trabajaban mucho y no ganaban nada. Allí, con un poco de trabajo y algo de suerte, podían ser armadores y tener su propio barco. La abundancia de anchoveta era brutal, y los barcos trabajaban a destajo cargando en cada marea toneladas y toneladas de ella. Eran tiempos de abundancia, su población se triplicó en diez años y los emigrantes se reunían en el recién creado Casino Español. A Chimbote se le conocía como la ciudad donde la plata brilla como la anchoa y corre como el rayo.

Pero la anchoveta se acabó… La sobreexplotación de los bancos, la falta de modernización de las fábricas y el cambio en las corrientes oceánica, con un calentamiento de las aguas, provocó una profunda crisis en el sector. Además, Perú había nacionalizado su pesca, ya no era tan rentable y algunos ya había retornado. Para rematarlo, el 31 de mayo de 1970, tiene lugar el hecho que pone fin al sueño de Chimbote: un terremoto tremendo de magnitud 7,9 arrasa la ciudad provocando decenas de miles de muertos. Ahí se acabo la historia de esta ciudad que, estando tan lejos, tanto ha influido en la historia de Malpica.

En el recorrido que nos lleva por el Puerto de Malpica podemos ver a las redeiras arreglando el aparejo y las descargas de sardina y jurel de los barcos que vienen de faenar. En la punta del muelle, los pescadores con sus cañas pasan un rato divertido pescando calamares. Todo ello, bajo un intenso chirriar de las gaviotas que buscan incansablemente su comida en mar y en tierra.

Retomamos el camino hacia la lonja, donde se reparten las capturas de pescados y mariscos en una curiosa subasta . Los compradores ven el genero y el subastador comienza a subastar desde un precio alto que va bajando poco a poco. Cuando llega a un precio interesante, el comprador para la puja y se lleva el producto.

En el interior de la dársena, las embarcaciones descansan perfectamente alineadas esperando la próxima ‘marea’. Sobre ella, las construcciones se apilan unas contra otras como en un Tetris, mirando para el puerto y formando un conjunto muy irregular y, a la vez, con mucho encanto.

Durante las Festas do Mar todas esas embarcaciones se echan a la mar en honor de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, en una procesión que llega hasta las Islas Sisargas y es seguida por multitud de gente.

Salimos del puerto subiendo la cuesta de la lonja que nos acercará a la Playa de Area Maior pasando por el Paseo del Caldeirón.

Un paisaje en cada paso