La Praia da Barda está al fondo de la pequeña ensenada. Tiene el encanto de ser una playa aislada y poco frecuentada y de estar rodeada de monte, en un anfiteatro natural. En primavera, el amarillo de los toxos y xestas lo cubre todo.
Aunque tiene oleaje moderado, sigue estando en mar abierto y no dispone de socorristas, así que hay que extremar la precaución en el baño.
La misma playa o la sombra de los árboles cercanos son un buen sitio para hacer una pequeña parada. En las casetas de la playa hay un pequeño regato canalizado que os puede valer para coger agua.
Subimos unos metros por la carretera para llegar al cruce a la derecha que nos introduce en el siguiente tramo, donde existen dos opciones. La primera es continuar por la costa, por O Camiño dos Faros, en un tramo de 4 kilómetros que es la Costa da Tremosa, duro pero espectacular, hasta llegar a la aldea de O Roncudo. La segunda opción es subir a la pista de tierra de los eólicos y dirigirse por allí hasta la aldea de O Roncudo. Son igualmente 4 kilómetros pero mucho más fáciles.