Monte Cachelmo es una de las subidas más duras del Camiño dos Faros. Son sólo 750 metros pero se asciende de 0 a 150 metros, con una pendiente media del 23%.
Estamos al principio de la etapa y os recomendamos tomarlo con tranquilidad y un par de descansos por el medio. Las panorámicas y el cuerpo te lo agradecerán. Vamos ascendiendo entre toxos y las rocas de esta mole de granito.
Al llegar arriba, las vistas son espectaculares. Al fondo el Vilán y Camariñas, con toda la ría que recorrimos en la etapa anterior y que ahora contemplamos desde el aire. Delante Muxía, que desde aquí se ve hermosa y reluciente, rodeada de mar por todas partes.
El silencio es absoluto, y no sabes si estas viendo el paisaje o si realmente estás dentro de él.
Mientras dábamos cuenta del primer avituallamiento, pensábamos en la suerte que estábamos teniendo en nuestro camino de descubrimiento. Era un invierno lluvioso pero, que cada vez que nosotros arrancábamos la ruta, se quedaba en un invierno soleado. Era el Efecto Traski… y esto nos permitía disfrutar mucho más de las maravillas de esta Costa da Morte. Y el Monte Cachelmo era una de ellas…
Desde allí, la etapa que queda aún nos parece más complicada. Del Cachelmo nos meteremos un poco hacia el interior y bajaremos por el bosque a la pista de la playa de Arnela para luego subir a Punta Buitra. A partir de ahí, atravesar todos esos montes de Cuño hasta llegar a Moreira y Touriñán. Animo!
Pero antes de marchar, no había que olvidarse de la leyenda de este Monte Cachelmo, la leyenda de la Buserana.