Hemos llegado al Finis Terrae, punto final de nuestro Camiño dos Faros, que nos ha llevado por esta agreste y bellísima Costa da Morte. La visión que se presenta nos impresiona, como ya lo había hecho con los romanos y peregrinos llegados aquí en todas las épocas.
A nuestros pies, la inmensidad del Oceáno Atlántico es recorrida por miles de embarcaciones que día a día cruzan este corredor marítimo.
Allí, en las cercanías de Cabo Finisterre, tuvo lugar el naufragio con más barcos implicados y más víctimas de la historia de Galicia. En 1596, ocho años después del desastre de la Armada Invencible y tras varias temporadas de saqueos británicos de nuestras costas, Felipe II manda zarpar la Segunda Armada Invencible. Desde Cádiz, Sevilla y Lisboa zarpan galeones y otras embarcaciones menores formando una flota de más de 100 barcos, mandada por Martín Padilla.
El 28 de octubre de 1596, frente a las costas de Finisterre, le sorprende un fuerte temporal que acaba con 25 barcos hundidos. El desastre es total: 1706 tripulantes de aquellas naves quedaron para siempre sepultados en este mar que siempre manda. El número de víctimas (Santiago de SM (307 muertos), Nave Anunciada (243), Angel Gabriel de Paulo Veira (174), David de Pedro Frías (163)) nos dan una idea de la magnitud de la tragedia. El resto de las naves fueron apareciendo en puertos por todo el norte hasta Vizcaya.
Como muchos otros pecios, a lo largo de los años, estos barcos han sufrido un saqueo impune y sin control. Desde 1987, los trabajos de Manuel Martín Bueno y Miguel Sanclaudio nos aclaran un poco más el estado de esos restos arqueológicos.
El Faro de Fisterra, de primer orden, fue construido en 1853 para señalizar este punto geográfico clave en la navegación. La torre octogonal de cantería mide 17 metros y su linterna, situada a 138 metros sobre el nivel del mar, alcanza más de 30 millas náuticas. Originalmente funcionaba con lámparas de aceite, cambiándose posteriormente a lámparas de incandescencia, que emiten un destello cada 5 segundos.
La constante niebla del invierno provocó que se le añadiera un edificio anexo con una sirena en 1889, la Vaca de Fisterra, para avisar a los navegantes del peligro existente. Hasta hace muy poco, en días cerrados de niebla, emitía un sonido grave que se podía escuchar a más de veinte millas. Ahora mismo no está en funcionamiento.
El conjunto se completa con el edificio del Semáforo, construido en 1879 para dar señales a la marina de guerra. En la actualidad, después de una rehabilitación, es un pequeño y curioso hotel en el fin de la tierra. Si miramos para el sur, toda la Ría de Corcubión, las islas de la Lobeira y el imponente Monte Pindo completan este mirador natural.
Y aquí, en el Finis Terrae de Decimo Junio el Bruto y fin del Camino de Santiago, es donde finaliza O Camiño dos Faros que nos llevó a los trasnos por toda la Costa da Morte.
Un Camiño dos Faros que recorre muchos paisajes diferentes, siempre mirando cara al mar y cara al oeste. Faros, playas, dunas, ríos, acantilados, bosques, estuarios con una gran cantidad de aves, mares de granito, castros, dólmenes, villas marineras, miradores al mar que rompe de todas las formas posibles, puestas de sol… En resumen, una ruta de senderismo como pocas y que llevará al trasno caminante a un mundo de sensaciones únicas que sólo se pueden disfrutar en esta Costa da Morte.
Hazte trasno…
O Camiño dos Faros te espera…