Desde la Praia de Lires a la del Rostro, O Camiño dos Faros se mete en un tramo por el que vamos a ver el litoral de Canosa, antiguamente llamado Ribeira de Calvoa, desde todas las perspectivas, con los acantilados de Punta Lagoa y la Mexadoira como principales protagonistas. Es un tramo complicado del camino, no os metáis con condiciones de viento o lluvia fuertes, pero fijaros bien en las flechas y no tendréis ningún problema.
Salimos por el sendero ancho de tierra que parte de la playa y llegamos a las calas de Area Pequeña y Area Grande. Allí empieza la primera ascensión del día, corta pero intensa, que nos lleva a una altura desde donde contemplamos perfectamente lo que vamos dejando atrás.
Al llegar a Punta Lagoa descendemos para ver el acantilado desde las alturas. Ahora sí que escuchamos romper las olas allí abajo y, las vistas del Petón Vermello y Punta Besugueira con Praia do Rostro al fondo, merecen más de una parada.
Pero ojo, estos acantilados son inaccesibles y no bajaremos a ellos, el sendero se vuelve a meter de nuevo hacia el interior. Hay que tomarse con mucha tranquilidad la etapa que es bastante dura, pero es la última y la queremos disfrutar. Una vez que salimos del acantilado de Punta da Lagoa, el camino se vuelve más ancho y fácil de andar, mientras caminamos a más de 100 metros sobre el nivel del mar que no dejamos de ver y escuchar en ningún momento.
Así llegamos a la desviación por la que bajamos a Punta Mixirica, comienzo del acantilado da Mexadoira, que atravesamos en fila de a uno. No os salgáis fuera del sendero porque aquí sí que en algunos metros cae en vertical.
Es alucinante… y difícil de describir. Los acantilados caen en vertical sobre una base de rocas que, con el mar rompiendo y el peñón de granito rojo, confieren un paisaje muy peculiar.
Al final del acantilado, un regato que baja del monte cae en los bolos de la costa, formando una pequeña cascada. Tened cuidado y no os acerquéis mucho al borde ni bajéis a sacar la foto de la cascada, porque todas esas rocas están muy resbaladizas y es muy difícil aguantar el equilibrio.
Cuando llegamos y nos damos la vuelta, es cuando realmente admiramos, sin ningún peligro, toda la belleza de este lugar. Otra vez un tramo salvaje único del Camiño dos Faros… y desconocido para la mayoría.
Salimos de Mexadoira y ya vemos la inmensidad de la Praia do Rostro, a la que llegaremos en pocos minutos.