El sábado 22 de diciembre volvíamos al Camiño dos Faros. Por diversas circunstancias, algunos de los trasnos no podían venir y continuamos nuestro viaje Xiña, Nemiña, Traski y los dos perros, Xorxa y Tolo.
Hoy nos tocaba la costa de Cabana y no teníamos ni idea como atacarla. Pero la primera mitad de la etapa estaba clara. Salimos por la Senda do Anllóns, un pequeño paseo que recorre toda la desembocadura del río.
Allí nos encontramos por primera vez a José Luis Rabuñal, reputado ornitólogo que conoce mejor que nadie todos los secretos de este estuario. Nos paramos un rato a conversar con él y le contamos lo que estábamos haciendo. A él todo lo que sea divulgar con respeto esta zona de la Costa da Morte le parece estupendo. Y nos dió mucho ánimo para continuar. Como bien sabéis, José Luis se convirtió en pieza clave de esta etapa en las posteriores ediciones del Camiño dos Faros.
Una vez llegado a As Grelas, tomamos la ruta del Rego dos Muiños que, después de todo el otoño y los días de lluvia, estaba llena de agua, formando unas cascadas y un sonido que nos atrapaba entre tantas hojas… Y, en el medio, los molinos de agua. Esto cada vez, estaba siendo más alucinante. Había de todo…
Y asi, llegamos al Castro de Borneiro, que era el lugar elegido donde le dimos a las viandas que llevábamos. Así, pensando en nuestros ancestros, ya estábamos metidos en la ruta. Desde allí al Dólmen de Dombate había que cruzar Vilaseco, aldea con unos hermosos hórreos que flanqueaban el camino.
El Dólmen de Dombate es la catedral del megalitismo gallego con sus más de 5000 años. Visitamos la réplica, nos metimos dentro y nos sorprendió el enorme tamaño que tenía. De allí nos fuimos a ver el de verdad, rodeado de ese edificio tan grande que asusta. Dimos la vuelta de rigor a su alrededor y continuamos nuestro camino.
La idea era bajar hasta la costa de Canduas directamente desde Fontefría. Pero el camino que aparecía marcado, no existía y nos metimos en una silveira que nos acercó a Ures y de ahí, a Canduas,
Ya estábamos otra vez en el punto de partida de As Grelas. Ahora venía lo desconocido, no teníamos ni idea como atacar esta costa. En principio, había marea baja de todo y, después de pasar por la última de las carpinterías de ribeira, llegamos a la playa de As Maceiras, justo en la desembocadura del Río Anllóns, enfrente de la barra.
Decidimos seguir costeando y pudimos alcanzar la Praia de Area das Vacas por unas rocas difíciles de caminar. Las vistas de la Ría y de Corme eran espectaculares, pero el camino desde la Punta de Padrón estaba totalmente cerrado. No nos quedó más remedio que adentrarnos en el bosque para llegar así a la Praia de Rebordelo.
La Praia de Rebordelo era un oasis en esta costa escarpada. Hicimos una pequeña parada de avituallamiento y, después de atravesar la cascada que bajaba hermosa, continúamos nuestro camino por la costa hasta San Pedro.
A partir de allí, el camino que va a la Punta do Cabalo estaba cerrado, por lo que subimos hasta el pueblo y, de allí, por la carretera hasta Laxe, donde llegamos de noche. Una etapa con mucha diversidad que también nos había encantado.