El Descubrimiento: : Niñóns – Corme

Arrancamos este segunda día del viaje de exploración desde Niñóns donde, en principio, no podíamos seguir por la costa. Salimos en dirección a la aldea y tomamos la carretera que nos lleva hasta el Puerto de Santa Mariña.

Desde allí pudimos comprobar el tramo de Punta Nariga, realizado a última hora el día anterior e intuir por donde lo habíamos cruzado. Mirando hacia la playa de Niñóns también nos parecía imposible unirla con este Puerto de Santa Mariña. Retrocedimos sobre nuestros pasos y subimos hasta la Virxe do Faro. Desde allí, las vistas eran impresionantes y podíamos contemplar la Ría de Corme y Laxe y todo lo que nos quedaba por andar en las siguiente etapas.

Alguno de los trasnos subió a la torre y otros quedaron preparando los bocadillos, que ya era hora de meterse algo en el estómago.

Desde el Faro fuimos por la carretera hasta Guxín y de ahí al Parque Eólico. Ni que decir tiene que este principio de la etapa no nos estaba gustando y que seguramente tendría mucho margen de mejora.

Ya estábamos en el saliente que forma el Roncudo. Allí, a la derecha, veíamos la Barda y al fondo, Punta Nariga. Sabíamos que por aquí había un petroglifo pero no lo teníamos localizado. Casualmente, nos encontramos con dos personas que parecía buscaban algo.

Una de las casualidades del camino. Eran el investigador Manuel Gago y una amiga, que estaban también buscándolo. Entre todos y con las notas existentes en diversas publicaciones, logramos dar con él. Era el petroglifo de A Campaíña, una gran piedra en forma de abrigo, desde el que se contempla toda la ría. Sin duda, un lugar estratégico para los habitantes de estas tierras durante los siglos. Les comentamos lo que estábamos intentando hacer y les pareció una buena idea.

Por el parque eólico llegamos a la aldea de O Roncudo, espectacular aldea de piedra que durante épocas estuvo totalmente aislada. No teníamos ni idea como continuar por la costa, aunque desde la aldea parecía casi imposible.

Así que la atravesamos  intentando desde los últimos eólicos, alcanzar el faro, pero fue misión imposible. Mientras algunos trasnos quedaron subiendo y bajando cortafuegos en busca del buen camino, los otros tomaron el camino que, a través de Candelago, los llevaba al mítico Roncudo, donde nos reunimos todos para ver la puesta de sol y despedir así esta segunda etapa de nuestra aventura por la Costa da Morte.

Nos acercamos al pueblo para disfrutar de una cerveza y comentar las anécdotas del día. Había sido un día difícil, con mucho tramo de carretera y apenas al borde del mar. Estábamos cansados pero el ánimo seguía intacto. Continuaríamos el día siguiente.