La Praia do Rostro es otra maravilla salvaje de esta Costa da Morte. Una oda al mar, a la salitre y al aire puro… un completo lujo para los sentidos en estos casi dos kilómetros de playa. Abierta al Oceáno Atlántico, el constante viento que allí golpea durante buena parte del año ha formado un extenso sistema dunar, con alturas importantes y llenas de vegetación, lo que en algunas épocas del año le da un colorido que lo cubre todo.
Cruzamos los casi dos kilómetros del Rostro por la orilla del mar, sin prisa y disfrutando cada paso del paraíso que tenemos tan cerca.
El viento fuerte y el mar furioso trabajan continuamente la arena ofreciéndonos, en invierno sobre todo, imágenes sorprendentes.
También del mar nos llega este pato de madera, totalmente colonizado por percebes… Son Lepas anatifera, también llamados falsos percebes, que se adhieren a cualquier objeto solido flotante que esté en el océano.
Disfruta del paseo por la arena, escucha el ruido de este mar que en pocos sitios escucharas rugir como lo hace aquí… O Camiño dos Faros, una sensación en cada paso.
Las rocas del final de la playa son el lugar elegido por los trasnos para el primer avituallamiento de la jornada. En esta etapa sólo tenemos sombra en el pequeño bosque que hay antes de la Praia de Arnela, pero para eso aún faltan más de 3 kilómetros. En las rocas y con la brisa del mar, reponemos energías para continuar camino.
La Ría de Lires es la más pequeña de Galicia y se forma en la desembocadura del Río Castro en la Praia de Nemiña.
Desde el puente comenzamos el cómodo paseo por este paraíso natural, entre las sombras de los árboles que crecen en sus orillas.
Al llegar a la piscifactoría, estos pequeños regatos se juntan con el Río Castro, más caudaloso, para formar la ría.
Este entorno es el hábitat perfecto para un buen número de aves, sobre todo, gaviotas, cormoranes y garzas, que encuentran comida fácil entre los restos que vuelcan al mar, además de tener un entorno tranquilo y lejos de la presencia del hombre.
Entre los juncos, pegados a las rocas, en la orilla esperando los pequeños peces, cualquier rincón está lleno de vida en esta Ría de Lires…
Las mareas van modificando el paisaje totalmente dos veces al día, y cada vez que pasamos nuestras sensaciones son diferentes. Así llegamos a la Praia de Lires, un pequeño y tranquilo arenal que se forma en este lado de la ría. Fijaros si es pequeña que en la desembocadura se puede cruzar en verano en marea baja con el agua por los tobillos.
Todo el conjunto visto desde allí es una de las mejores panorámicas de este Camiño dos Faros: la Praia de Nemiña, con sus mil caras, la gran duna cubierta de vegetación y toda la desembocadura, con esta orilla de Lires en primer plano, que va mudando también de un año a otro. Búscate tu rinconcito y llena los sentidos…
Llegados a este punto os vamos a contar un secreto. Queríamos guardarlo para unos pocos porque estas cosas ya se sabe, una vez que se conocen van perdiendo. Pero como sois buenos trasnos, ahí os va…
Allí, desde la terraza del Bar Playa, con un refresco y unas raciones riquísimas de tortilla o calamares que hace la familia de Pepe, podrás ver sino la mejor, una de las mejores puestas de sol de la Costa da Morte. Un mirador natural sobre Nemiña y todo el océano que no te deberías perder.
Si te coincide bien la marea y te sientes con fuerza, incluso te recomendamos cruzar la ría y acabar la anterior etapa aquí, viendo el anochecer.
Al final de la playa comienza el siguiente tamo que nos llevarán por los acantilados de Canosa.
Situado más al Oeste que el propio Finisterre, la zona de la Illa do Castelo es punto más occidental de la España peninsular, este enorme saliente en la costa de más de 2 km fue debidamente señalizado con la construcción de un faro en 1898, para guiar a las embarcaciones durante la travesía por estas peligrosas aguas. Empezamos nuestro recorrido bordeando todo el cabo por un pequeño sendero…
…que nos acerca a los acantilados de Gaivoteira, que veremos con mucho cuidado. Ya sabéis que pasa en estos sitios, con cuidado se pueden ver casi todos, sin cuidado no se debería ver ninguno. Ante todo, seguridad.
Continuamos nuestros pasos y ya a lo lejos vemos el faro.
El Faro Touriñán original no estaba previsto inicialmente pero, debido a los numerosos naufragios de finales del siglo XIX, se inauguró en 1898 aprovechando la óptica del viejo faro de Vilán. Situado a 50 metros sobre el nivel del mar y con una altura de 8 metros, está anexado a la vivienda de los fareros y alcanzaba las 10 millas, con una luz fija blanca producida por una lámpara de parafina. En 1918 se cambió por una de vapor de petróleo a presión, aumentando el alcance hasta las 20 millas.
El faro nuevo, construido en 1981, es una torre de hormigón de 11 metros de altura con una luz que alcanza las 23 millas, emitiendo 1 y 2 destellos cada 15 segundos. Un poco más delante, 400 metros por el Camiño dos Faros, a la altura de la Illa Herbeira está el punto más occidental de la España penínsular.
Nos sentamos en el césped que hay delante del edificio, en cuya fachada podemos ver como un curioso poema anónimo, dedicado a Dios y hecho con mucha paciencia, aún perdura en la pared. Desde las alturas, volvemos a tener una vista privilegiada de este Océano Atlántico.
A la derecha, allí abajo, vemos la imponente Laxe dos Buxeirados, una restinga que se adentra en el mar y que supone un peligro para la navegación marítima. Como en 1935, cuando el choque entre el barco alemán Madeleine Reig y el pesquero gallego Ocho Hermanos hizo que éste se partiese en dos, salvándose toda la tripulación. Otro naufragio más si no fuese porque el destino es muy caprichoso y, 22 años después, en 1957, el Madeleine Reig se hundía en el mismo lugar. Además, en las cercanías de Touriñán, en tiempos de la primera guerra mundial, los submarinos alemanes mandaron al fondo del mar a un buen número de barcos aliados.
Durante un mes al año, desde el equinoccio de la primavera alrededor del 22 de marzo hasta el 25 de abril, en Touriñán se pone el último sol de la Europa continental. En este vídeo lo explica con claridad el físico Jorge Mira.
Nos despedimos del faro tomando el estrecho sendero que bordea toda la costa, acordándonos otra vez de los versos del poeta muxián Gonzalo López Abente, que nos está acompañando toda esta etapa.
Da terra vixiante centinela, desperto de cote para ollar cara o deserto líquido e pavoroso que ten diante; índice oucidental forte e barudo, dedo o mais longo da galega man; soberbo promontorio, monte rudo: CABO TOURIÑÁN!
Así llegamos a la Illa do Castelo (o Herbosa) y ahora sí que estamos caminando por el punto más occidental de este camino y de la España peninsular. A la isla sólo se accede por tierra en mareas muy vivas y tiene en su parte superior los restos de una pequeña torre o faro, que no se sabe muy bien su procedencia.
El tramo finaliza en el Coído de Touriñán, después de este recorrido de más de tres kilómetros alrededor del cabo, que pueden ser perfectamente una buena ruta circular.
Continuamos nuestro camino entre pinares por este entrante pronunciado y en forma de V que forma la Enseada da Basa, de gran riqueza marisquera.
Si tenemos marea baja podremos recorrer todo este tramo por la arena y ver tanto la vegetación de ribera como las actividades marisqueras de las gentes del lugar. Siembran y recogen almeja fina, babosa, berberechos, navajas y longueiróns, que se convierten en el sustento principal de la economía.
En verano también podremos ver algas a secar, actividad que tiene mucha tradición en esta zona. Es el argazo (‘gholfe’), una especie que venden a fábricas para la extracción del carragenato, una sustancia utilizada en alimentación (para gelificar algunas carnes o incrementar el período de vida de los productos lácteos) o los cosméticos (pasta de dientes, crema o ambientadores). En nuestro recorrido podemos ver varias alfombras de algas secándose en viejas carreteras sin tránsito (el asfalto hace el proceso más rápido) o en cualquier esquina.
En nuestro recorrido, además de ver como las garcetas también encuentran en esta ensenada un lugar para descansar de sus viajes, nos encontramos con estas cabras.
Salimos de la ensenada y hacemos un pequeño tramo por la carretera para salvar el Rego do Trasteiro y entrar en el pueblo de Xaviña.
En la recta principal está el Bar-Parrillada Rojo y, a unos 600 metros, una pista a la derecha nos acerca al principio de la Ruta da Insua.
Este espacio natural de Traba, formado por la playa y la laguna, está lleno de belleza natural. Cuenta la leyenda que bajo sus aguas está enterrada por castigo divino la ciudad de Valverde.
La amplia Praia de Traba de 2650 metros abierta al mar tiene un complejo dunar que la separa de la laguna de gran valor ecológico.
Que este Camiño dos Faros está lleno de sensaciones no es la primera vez que os lo digo. En la soledad de esta inmensidad, escuchando el rugir continuo del mar… O Camiño dos Faros, una sensación a cada paso…
Llegamos al espacio natural de la Lagoa de Traba, que recorremos a través de la pasarela de madera. En el proceso de su formación primero hay una bahía en la que desembocan dos riachuelos. El aporte de materia fluvial y de corrientes marinas van formando una barra de arena que cierra la bahía y una playa en forma de flecha.
Sobre la barra se forma un cordón de dunas que se va extendiendo. Al quedar cerrada la salida al mar de los dos ríos, se formó una laguna mucho más grande que la actual. A partir de ese momento se produce otra fase, en la que depósitos de arenas y limos van colmatando los bordes de la laguna, disminuyendo su profundidad y permitiendo la fijación de vegetación adaptada a estas condiciones que, a su vez, provocan más deposición de sedimentos y más terrenos van quedando descubiertos. Esta es la fase actual de la laguna de Traba: una pequeña laguna rodeada hacia el interior por una marisma.
Hoy la laguna es estrecha, de unos 250 m de anchura media y unos 800 m de largo, ovoide. La comunicación con el mar se realiza a través de un estrecho canal de, aproximadamente, 5 m de anchura y 400 m de longitud
La vegetación es la típica de estes biotopos: la laguna está rodeada en su práctica totalidad por un denso carrizal (Phragmites australis), también hay espadanas (Typha latifolia) y un juncal (Juncus maritimus) donde ya se deja notar la salinidad del agua.
En cuanto a fauna decir que en el denso carrizal encuentran refugio para su nidificación diversas aves como la gallina de río (Gallinula chloropus), el rascón de agua (Rallus aquaticus) y la fulepa unicolor (Locustella luscinioides). Los Anátidos también están bien representados.
Sin embargo el interés de este espacio natural se centra en el gran número de citas de aves invernantes extrañas en estas latitudes: pilro americano (Calidris melanotos), bilurico patiamarillo pequeño (Tringla flavipes), gaviota llorona americana (Larus atricilla), gaviota de Bonaparte (Larus philadelphia), carrán sombrío (Sterna fuscata), galiñola pinta (Porzana porzana), galiñola pequeña (Porzana tonta), galiñola común (Porzana pusilla), abetoro americano (Botaurus lentiginosus) y escribienta de las cañas (Emberiza schoeniclus), entre otras.
En el recorrido por la laguna podemos detenernos en los miradores, aunque la poca altura de los mismos no nos deja observar con más nitidez la vida en este habitat.
Al final del paseo por la laguna, llegamos a la pequeña aldea de Mórdomo, donde se encuentra el Bar Os Espiños, además de un area recreativa con bancos y mesas, el lugar perfecto para el avituallamiento de la etapa.
Después de darnos un merecido descanso, continuamos hacia Camelle por el paseo sobre las dunas de Traba, con todo su tapiz de colores…
… que nos acerca al borde sur de la playa, donde acaba este tramo que nos mostró toda la riqueza natural de este ecosistema
Esta senda recorre todo el espectacular entorno del Estuario do Río Anllóns con vistas sobre Monte Branco. Son 3,6 kilómetros desde O Curro hasta As Grelas, es totalmente accesible a todo el mundo y nos reafirma que O Camiño dos Faros es un paisaje en cada paso.
Esta zona es de gran riqueza y es el sustento tanto de las mariscadoras que buscan allí el berberecho como el de cientos de aves que buscan el descanso en sus migraciones, aprovechando la tranquilidad, la ausencia de depredadores y la buena alimentación que le ofrecen los pequeños invertebrados que pueblan este estuario.
Salimos de O Curro y llegamos a la Praia de Urixeira, al lado del pequeño observatorio, donde los trasnos nos encontramos con José Luis Rabuñal Patiño. Este ornitólogo es la voz más autorizada para hablar de este ecosistema, ya que lo lleva recorriendo desde los años 70, descubriendo en aquellos años que este estuario era la puerta de entrada a Europa de aves procedentes de Norteamérica.
Desde aquellos años hasta hoy ha pasado media vida contemplando sus migraciones con más de 4000 visitas documentadas. José Luis no sólo es una enciclopedia sino que sabe transmitir. Escucharle contar el vuelo de un minúsculo pájaro de 20 gramos que cruza el Atlántico recorriendo más de 10000 km sin parar, comer ni dormir es uno de los regalos que nos ofrece este Camiño dos Faros.
Continuamos la senda sin parar de maravillarnos en este entorno de naturaleza…
… y llegamos a la Praza do Pendón donde los niños del colegio de As Revoltas hicieron esta pequeño mural de cerámica como homenaje al pueblo de Japón y los afectados por el accidente nuclear de Fukushima. Es un poema de Kobo Daishi que contiene, sin repetición, todos los sonidos de la lengua japonesa y se usa en su aprendizaje
En la Praia do Pendón las aves se juntan con los mariscadores, los kayaks disfrutan de la desembocadura, todo en perfecta armonía…
Además de este entorno natural, la ruta nos lleva por alguna de las antiguas carpinterías de ribeira que aún perviven en la actualidad. Durante el Siglo XX eran muchos los barcos pesqueros y de cabotaje que salían de los astilleros de A Telleira. Son pequeños astilleros donde se construyen y se reparan los barcos de una manera totalmente artesanal, sobreviviendo en la actualidad tres de ellos (O Baladiño, O Tecelán e Roseva). Sin duda, uno de los tesoros etnográficos del municipio.
Así llegamos a la Praia de Lodeiro en As Grelas, final de esta Senda do Anllóns. Para ir al siguiente tramo, cruzamos la carretera por el paso de cebra y entramos en el Rego dos Muiños, cambiando radicalmente de paisaje otra vez.
O Camiño dos Faros va siempre que puede por el borde del mar, pero en esta etapa haremos 10 kilómetros por el interior porque vale mucho la pena. Ascenderemos a través de la Ruta do Rego dos Muíños a ver el Castro A Cibda y el Dolmen de Dombate, dos tesoros arqueológicos de A Costa da Morte, para acabar en el Castelo de Lourido, el mejor mirador sobre la Ría con sus 312 metros de altitud.
El final de la etapa nos lleva por el Estuario do Río Anllóns, importante ecosistema formado por Monte Branco, el complejo dunar y la Enseada da Insua con la desembocadura del río.
El paseo es una sucesión de sensaciones: después de pasar las dunas, caminamos por un sendero al lado del río. Este estuario es el hábitat escogido por multitud de aves, como el chorlitejo, el porrón moñudo o el ánade real para pasar largas temporadas. Os recomendamos hacer este tramo con prismáticos y podéis utilizar la caseta de observación allí instalada.
Al finalizar el sendero, nos desviamos a la derecha para, después de atravesar el xunqueiral…
… dirigirse por la pista de zahorra del Malecón do Couto en dirección a Ponteceso.
Este malecón separa las aguas del río de la marisma y evita que se inunde ésta, lo que pondría en peligro su propia existencia, así como todos sus hábitats.
Estamos llegando al final de la etapa, pero antes aún veremos la casa natal de Eduardo Pondal.
Las Islas Sisargas son un pequeño archipielago deshabitado situado a una milla escasa del Cabo de San Adrián en Malpica. Están formadas por las islas Grande, Chica y Malante además de varios islotes. Antiguamente estuvieron pobladas como lo demuestra la existencia de la ermita de Santa Mariña, destruida por los piratas en sus múltiples incursiones durante el S X.
Esta reserva natural posee una gran riqueza de flora y fauna, anidando en ellas varias especies de aves en peligro de extinción que eligen las islas para criar y tambien como etapa de paso en sus largas migraciones. Especies como el cormorán moñudo, la gaviota tridáctila y la gaviota oscura de las Sisargas y encuentran en los acantilados de la parte norte de la Isla un habitat perfecto.
Si tenemos la posibilidad de acercarnos a la isla y dar un paseo por ella no nos lo debemos de perder. No existe ninguna empresa que haga traslados por lo que la única posibilidad es que alguna embarcación de Malpica nos acerque.
Desembarcamos en el pequeño puerto natural. Podemos darnos un chapuzón en la única playa que existe y comenzar una caminata que nos llevará hasta el faro contemplando una vista impresionante de Malpica y San Adrián. Las gaviotas y cormoranes, auténticos dueños de las Sisargas, nos acompañarán mientras permanezcamos en la isla, protegiendo sus huevos y polluelos.
Llegamos al faro. Construido en 1919 ha sido testigo mudo y guía del paso durante años de las embarcaciones de pesca, mercantes y grandes petroleros que surcan este corredor marítimo. Hasta no hace mucho tiempo, el farero permanecía durante quince días seguidos en la soledad de la isla hasta que era relevado en su puesto. En las cercanías del faro, los grandes acantilados llegan hasta una altura de 100 metros. El graznido de las aves y el ruido del mar se mezclan en esta visión de vértigo del océano que se nos quedará grabada.
Abandonamos los acantilados para dirigirnos al bosque que ocupa buena parte de la zona alta de la Isla Grande. Este pequeño bosque sorprende por la gran cantidad de ‘arume’ acumulado en su suelo, que, el paso de los años y la ausencia del hombre, lo ha elevado varios metros, por lo que las copas de los pinos se encuentran a la altura de la cabeza.
Descendemos de nuevo hasta el muelle donde nos espera el barco que nos llevará a tierra despues de haber pasado unas horas que resultarán inolvidables