Construida a finales del XIV, la Igrexa de Santa María da Atalaia es de gran valor histórico-artístico. Ejemplo claro del gótico marinero que aparece en muchas iglesias del litoral gallego, de la época de su construcción se conservan algunas esculturas.
De una sóla nave con ábside cuadrado, su fachada está decorada con imágenes de la Virgen. En el interior de la iglesia se conservan varios sepulcros del Siglo XIII de los Moscoso que gobernaron estas tierras despues de los señores de Traba. El retablo barroco que existía en el altar mayor fue destruido por un rayo en 1955, dejando a la vista un singular retablo pétreo.
Desde el atrio de la iglesia se puede divisar una estupenda panorámica del puerto y la playa de Laxe. Cercano al templo, dónde hoy es un garaje, se encuentra la tumba de los naufragos del buque inglés Adelaide, que se hundió en la bahía.
El camino continua subiendo por las calles de Laxe camino de la Insua.
En el puerto pesquero de Laxe la flota de bajura se prepara para otra dura jornada de trabajo en el mar. Al volver de faenar, se subastan en la lonja las capturas del día: escacho, rodaballo, lenguado, rayas, lubinas, percebe…
Este pùerto es además base de barcos madereros que encuentran en sus instalaciones el lugar ideal para trasladar sus cargas de la Costa da Morte a otros lugares.
Allí empezamos los trasnos, tempranito como siempre, esta cuarta etapa que nos va a llevar hasta Arou. En el cielo, los amaneceres nos dejan hermosas imágenes…
Mientras, en la tierra, las nasas encerradas en su propia red… es O Camiño dos Faros.
Llegamos a la Praia de Laxe, que se encuentra plenamente integrada en la villa, ocupando gran parte del litoral sur de la ría. Su kilómetro y medio de blanca y fina arena, a los que añade una amplia oferta de servicios y un estupendo paseo marítimo, la convierten en una playa perfecta para disfrutar de un día en familia.
En este lado de la playa por el que llegamos, y por la influencia de las mareas, a menudo se forman unas montañas altas de arena.
Llegar a la playa de Laxe en este final de la tercera etapa es otra de las sensaciones de esta ruta. Recorrerla despacio y descalzo por el borde del mar, sin prisas por llegar, haciendo disfrutar todos los sentidos…es un regalo que sólo te puede ofrecer O Camiño dos Faros.
En le medio de la playa baja un pequeño riachuelo que salvamos sin dificultad, con el agua por los tobillos…
…Déjate llevar…
…contempla la vida…
Por el final del arenal y con los pies bien frescos, accedemos a la Praza de Laxe, final de esta tercera etapa que tiene de todo.