El Castro de Borneiro fue descubierto en el año 1924 por Isidro Parga Pondal. Las distintas excavaciones realizadas permiten ver en la actualidad una gran parte del castro y estudiar como era la forma de vida de aquellas gentes. Estuvo habitado entre los siglos VI a.c y I d.c. y no tiene signos de haber sido romanizado.
Son muchos los castros que hay en Galicia. Estos asentamientos están situados en zonas altas desde las cuales dominan todas sus tierras y, generalmente, cerca de los cauces de los ríos donde se surtían del agua necesaria. En este caso se ve bien reflejada esta situación: varias murallas circundan el castro para la defensa del mismo, encontrándose un riachuelo a escasos metros. Desde el castro, situado a una altura de 200 metros, se divisa toda la desembocadura del Anllóns y la Ría de Corme y Laxe.
La mayoría de las viviendas tienen forma circular, de unos 5 metros de diámetro, conservándose la parte baja de muchas. Además de estas viviendas, aparecen restos de otras zonas del pueblo donde se realizaban algunas de las tareas comunes de la población. En el recorrido, varios monolitos nos indican que no debemos sentarnos ni caminar sobre sus muros.
O Camiño dos Faros entra en el castro por abajo, por la entrada original y única que existía. Allí está la entrada principal o primer nivel de entrada, con escaleras laterales para subir a la muralla y sistema de cierre de la puerta.
En el barrio exterior o extramuros, hay un espacio de sauna con dos fuentes y un desagüe con enlosado de piedra, un horno circular para la fundición de metales, una losa de entrada a la sauna a modo de «pedra formosa» y una gran casa ovalada.
En el segundo nivel de entrada existen dos cuerpos de guardia. Nos desviamos a la izquierda y vemos dos casas cuadrangulares que pudieron ser obradoiros de herrero. En esta zona también se encuentran muros de contención de tierra, apareció un concheiro y hay un espacio que pudo ser utilizado como cuadra para los animales.
Sus habitantes eran agricultores (cereales, legumbres) y ganaderos (vacas, caballos, cerdos, ovejas), como lo demuestra el descubrimiento de varias piezas cerámicas y de bronce que utilizaban en su labor diaria, y que se encuentran expuestas en el Castillo de San Antón en A Coruña. Debido a la cercanía del mar es muy probable también que realizasen actividades de pesca y marisqueo. Hombre y mujer se repartían las tareas y los bienes en una sociedad donde la edad era uno de los mayores rangos.
Subimos y vemos una casa por dentro con fogar central, donde se hacía el fuego que calentaba toda la vivienda, saliendo el humo por los techos de paja. Aquí estamos escuchando a Lito Eiroa, guía del castro y persona que nos ayudó en la creación de estos contenidos.
Nos desviamos a la derecha y encontramos una posible fuente o manantial excavado en la roca. Subimos a la izquierda por el camino principal que atraviesa el castro desde abajo y finalizamos en los espacios abiertos, posibles plazas o lugares de reunión o trabajos en común.
Los materiales que se encontraron en las excavaciones fueron en su mayoría herramientas en piedra (molinos de mano, piedras de afilar, moldes de fundición de metales, adornos personales e incluso una hacha de tipología neolítica), cerámica (platos, cuncas, decoraciones muy variadas, moldes de fundición) y restos metálicos en bronce y hierro.
La visita por el castro puede acabar haciendo un pequeño descanso debajo de los pinos que lo circundan.
Salimos del castro por la rampa existente para tomar el camino de tractores en dirección a Vilaseco, un camino que es reciente y que antes no existía.
Panorámica 360º del Castro de Borneiro
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