La Praia do Rostro es otra maravilla salvaje de esta Costa da Morte. Una oda al mar, a la salitre y al aire puro… un completo lujo para los sentidos en estos casi dos kilómetros de playa. Abierta al Oceáno Atlántico, el constante viento que allí golpea durante buena parte del año ha formado un extenso sistema dunar, con alturas importantes y llenas de vegetación, lo que en algunas épocas del año le da un colorido que lo cubre todo.
Cruzamos los casi dos kilómetros del Rostro por la orilla del mar, sin prisa y disfrutando cada paso del paraíso que tenemos tan cerca.
El viento fuerte y el mar furioso trabajan continuamente la arena ofreciéndonos, en invierno sobre todo, imágenes sorprendentes.
También del mar nos llega este pato de madera, totalmente colonizado por percebes… Son Lepas anatifera, también llamados falsos percebes, que se adhieren a cualquier objeto solido flotante que esté en el océano.
Disfruta del paseo por la arena, escucha el ruido de este mar que en pocos sitios escucharas rugir como lo hace aquí… O Camiño dos Faros, una sensación en cada paso.
Las rocas del final de la playa son el lugar elegido por los trasnos para el primer avituallamiento de la jornada. En esta etapa sólo tenemos sombra en el pequeño bosque que hay antes de la Praia de Arnela, pero para eso aún faltan más de 3 kilómetros. En las rocas y con la brisa del mar, reponemos energías para continuar camino.
Panorámica 360º de la Playa do Rostro