Paseo de la Memoria: el desastre del Prestige

A las 15:15 horas del 13 de noviembre del 2002, el barco Prestige, un petrolero monocasco con bandera de Bahamas, lanza un SOS a 28 millas (50 kilómetros) de Fisterra. Comienza así la pesadilla.

El barco, construido en Japón hace 26 años, presenta una vía de agua debido probablemente a un golpe de mar en dos tanques vacíos de estribor, que le ha hecho escorar 45 grados. Con casi total seguridad, la antigüedad del barco ha sido la causante de la brecha. Curiosamente, ésta se ha producido en el costado derecho, que pocos meses antes había sido parcheado en un astillero chino.

Una hora después del aviso, los 24 tripulantes son evacuados por dos helicópteros, quedando sólo a bordo el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas. A las cinco de la tarde, los primeros litros de crudo – fuel oil residual pesado – empiezan a contaminar el Atlántico.  Para intentar evitar la pérdida de más fuel oil, se equilibra el barco llenando los tanques del costado izquierdo con agua. De esta forma, el barco recupera la horizontalidad, pero presenta una «severa sobrecarga» según los técnicos. Según Capitanía Marítima, esta sobrecarga hace imposible que el barco pueda entrar en el Puerto de A Coruña, motivo que se aduce para enviarlo a alta mar. Comienzan así las equivocaciones, el calado del barco, una vez equilibrado al llenar los tanques de agua (14,3 metros) era más que suficiente para entrar en el Puerto (18 metros) y vaciar sus tanques sin provocar una marea negra.

A partir de ese momento, comienza una ardua discusión entre armador, Gobierno y empresas de salvamento contratadas por el dueño del barco, para decidir el destino del barco y sus 77.000 toneladas de fuel oil. Tan sólo el remolcador Ría de Vigo se encuentra en ese momento en la zona del siniestro. Otros tres  remolcadores se dirigen a la zona, uno de ellos tiene que dar la vuelta por avería. A última hora del día, la compañía holandesa Smit Tak firma un contrato con el armador y se hace cargo del rescate. El barco ya ha perdido 6.000 toneladas de fuel oil que se reparten en una mancha de 10.000 metros de largo y 300 de ancho. El Gobierno informa de que el petrolero será alejado «de inmediato» a 120 millas de la costa gallega. El desastre no ha hecho más que comenzar.

JUEVES 14
El temporal ha jugado su baza y el Prestige se encuentra tan sólo a 4 millas de Muxía, en el corazón de la Costa de la Muerte. Los intentos por amarrar el petrolero a los remolcadores han resultado infructuosos y como resultado, el buque se avista desde la costa de Touriñán. Durante toda la noche el obsoleto petrolero ha seguido vertiendo fuel oil al mar a escasa distancia de la costa, lo que hace temer que la marea negra llegue en muy poco tiempo a las costas gallegas. La mancha de fuel supera las 5 millas de longitud.

Esa misma mañana, la Administración central, a través del Delegado del Gobierno en Galicia, afirma que el Prestige no recalará en ningún puerto español y que será alejado de las costas. Con esta decisión, se acababan todas las posibilidades de limitar el impacto de la marea negra. Mucho tiempo después se sabrá que la decisión fue tomada desde el Ministerio de Fomento.

No es hasta medio día cuando los remolcadores se hacen con las riendas del viejo petrolero. Se decide encender los motores auxiliares del barco y comienza la
errática y mortífera peregrinación del Prestige. Esa misma noche se encuentra ya a 65 millas.

VIERNES 15
La grieta abierta en el barco es ya de 40 metros de largo y 10 de ancho. El Prestige se encuentra a 62 millas de la Costa de la Muerte. El mal tiempo obliga a parar los motores del barco, ya que se teme que pueda partirse en dos. Tras permanecer 12 horas en el mismo punto, el barco comienza a ser remolcado en dirección sur, pero sin alejarlo de la costa. Su estela deja una mancha de 37 kilómetros que roza el litoral gallego. El capitán del buque es evacuado a tierra y detenido a su llegada. En tierra, comienzan a aparecer las primeras aves petroleadas. La primera mancha está a cinco kilómetros de las Islas Sisargas.

SABADO 16
Los peores temores se hacen realidad: 190 kilómetros de costa se ven anegados por la marea negra. La Costa de la Muerte recibe su primer baño de fuel oil.

Se prohíbe la pesca y el marisqueo entre Cabo Fisterra y Punta Seixo Blanco. Los percebes de O Roncudo no han podido escapar al chapapote, las aves marinas comienzan a llegar a centenares a la costa, teñidas de negro, heridas de muerte. Comienzan a llegar barreras de contención del Cantábrico y del Reino Unido: 10 kilómetros más para intentar proteger los 1.195 kilómetros de costa gallega. El temporal hace saltar las primeras barreras colocadas, cuando no sobrepasa las mismas y sigue avanzando inmisericorde.

El Prestige sigue su peregrinaje, sigue avanzando hacia el sur, a una velocidad de un nudo. A mediodía se encuentra a 48 millas de cabo Touriñán. Se espera la llegada inminente de un remolcador chino, el De Da, con la potencia suficiente para poder arrastrarlo.

DOMINGO 17
El Prestige sufre una rotura en un tercer tanque mientras se encuentra parado frente a Corrubedo, casi a la entrada de las Rías Baixas, a una distancia de 60 millas. El remolcador chino sale de Vigo hacia el Prestige con la intención de girarlo para que el temporal deje de castigar el costado donde está la
vía de agua.
Las labores de limpieza comienzan en tierra. Un trabajo arduo, sobre todo en una zona como la Costa da Morte, donde las áreas de fácil acceso son minoría y los abruptos acantilados que tanta belleza dan a la zona dificultarán en gran medida estas tareas de limpieza. Las personas que trabajan en la recogida de la marea negra no llevan las medidas de protección adecuadas para evitar los efectos tóxicos del hidrocarburo.

La solidaridad de los voluntarios se pone en marcha: comienza la recogida de aves petroleadas y empiezan a organizarse grupos para limpiar las playas.

LUNES 18
El Prestige sigue rumbo al sur, derramando fuel oil a lo largo de todo su recorrido. Una grieta en otro tanque causa un nuevo derrame de combustible, una nueva mancha de tres millas de largo y una de ancho rodea al barco. La embarcación siniestrada se encuentra a 72 millas de Cabo Fisterra y 83 de Cabo Vilano.

El Gobierno hace público que el barco ha entrado en la Zona de Salvamento de Portugal y que ya no es competencia suya, aunque afirma que seguirá haciendo todo lo posible para evitar una catástrofe. Portugal desmiente la noticia y envía una fragata a la zona para hacer virar el barco nuevamente hacia el norte.
La marea negra sigue llegando a la costa gallega, Corrubedo, Noia y Muros están amenazados. Se amplía la zona de prohibición de pesca y marisqueo: hasta Cabo Prioriño, en Ferrol.

Escasos efectivos del Ejército y de la Armada comienzan a llegar a las zonas más afectadas: Camelle, Malpica y Caión con la intención de limpiar las playas. La mayoría de los soldados no lleva ningún tipo de protección, ni guantes, ni mascarillas ni gafas que puedan protegerles de los efectos tóxicos del fuel oil. Tampoco tienen contenedores suficientes para depositar los restos de la marea negra.

La descoordinación y falta de previsión no sólo se ve en este caso. Son los propios marineros de la Costa de la Muerte los que tienen que asumir la responsabilidad de desplegar los escasos medios anticontaminación que tienen.

MARTES 19
Diez minutos antes de las 9 de la mañana, se cumplen los peores temores: el Prestige, no ha aguantado los embates del mar y la brecha de 50 x 10 metros situada en su costado de estribor hace que el barco se parta en dos. Situado a 260 kilómetros de las Islas Cíes, incluidas en el recién nombrado Parque Nacional de las Islas Atlánticas, el barco comienza a hundirse sin remedio.

Los vientos empujan la mancha directamente hasta la costa atlántica. El barco ha sido remolcado 6 días de un lado para otro, durante los cuales ha recorrido 243 millas – 437 kilómetros -. Nadie entiende qué ha motivado al Gobierno a autorizar este recorrido, que teñirá de negro un número exponencialmente
superior de kilómetros de costa e incontables millas del océano.

MIERCOLES 20
La marea negra de entre 20.000 y 40.000 toneladas (11.000 según los datos oficiales) vertidas por el buque Prestige se reparte por una superficie extensísima y amenaza a toda la costa gallega, así como a las costas de Francia y Portugal. En la Costa de la Muerte se sigue luchando contra la marea negra. Una mancha de combustible se sitúa cerca de la ría de Noia, amenazando al Parque Natural de Corrubedo y a las Rías Baixas.

Así lo cuenta Greenpeace en su informe… el resto ya lo conocéis.

NUNCA MAIS!

Miles de toneladas de un fuel viscoso que provocó un desastre ecológico sin precedentes, contaminando todo nuestro Camiño dos Faros. Y un desastre que arrastró una marea de solidaridad con el pueblo gallego: miles de personas llegadas de los sitios más dispares vinieron para aportar su granito de arena a la limpieza del litoral. Graciñas voluntarios, los trasnos os estaremos siempre agradecidos.

Aquellos días fueron duros, muy duros… cuando te das cuenta de lo vulnerables que somos y que vivimos en una sociedad que tiene otras prioridades que la vida. El fin de esta sexta etapa nos lleva por este tramo de costa hasta la Praia do Coído, considerada el kilómetro 0 de aquella catástrofe.

El Monumento A Ferida en homenaje a los voluntarios es lo primero que nos encontramos al salir de la Barca. Un monolito de 400 toneladas y 11 metros de altura esculpido en granito cuya estructura se encuentra partida por la mitad, formando una grieta que simboliza una herida sangrante. Es obra del escultor burgalés Alberto Bañuelos-Fournier, fue patrocinado por una empresa de seguros y costó 120.000 euros, entre el transporte, el alquiler de las grúas y la piedra.

Bajamos por el paseo contemplando con curiosidad como están divididas las pequeñas parcelas, cada una con su muro de piedras perfectamente colocado, tanto para dividir las parcelas como para protegerlas del duro viento y de la brisa marina que acaba con todos los cultivos. Es de suponer que en una península con tan poco terreno como Muxía, estas pequeñas leiras suponen una parte fundamental del sustento de sus dueños.

Mientras bajamos, nos acordamos de aquellos días… la marea blanca que había en esos coídos negros… voluntarios que limpiaban con grandes dificultades las rocas… para que viniese la siguiente marea y la pusiese peor.

También nos queremos acordar del mayor voluntario, sin él hubiese sido imposible ver esta costa como la vemos hoy: el mar. El mar la trajo pegándola en los lugares más inaccesibles y el mar la limpió, por lo menos en superficie…¿qué hubiese sucedido si el accidente se produce en otras costas, de mar más tranquilo?. No queremos ni pensarlo.

Bajando hacia el pueblo y, antes de llegar a la Praia do Coído, vemos un secadero de congrios, de los dos que hay en la actualidad. La pesca del congrio fue desde hace siglos una de las principales actividades de la flota de Muxía. Debido a ello, para conservarlo, aparecen estos secaderos , constituyendo un interesante testimonio para conocer como vivía la gente de la época, que ha llegado hasta nuestros días. Hoy la poca producción existente va casi toda para Calatayud, donde es considerado un producto tradicional.

La Praia do Coído, compuesta de rocas y arena se convirtió, con la llegada de los primeros restos de fuel, en la Zona 0 del desastre. Ahora la vemos espléndida, con ese mar lleno de vida como la queremos ver siempre.

Finalizamos aquí, después de más de 30 kilómetros y 10 horas de ruta a paso de trasno, esta sexta etapa del Camiño dos Faros que nos trajo desde Camariñas a Muxía, la más larga de este Camiño dos Faros. La próxima será la de montaña que nos llevará, atravesando todos los montes y acantilados, hasta Nemiña. Pero eso será otro día, ahora nos acercamos hasta las tabernas del puerto para tomar un refresco y comer algo, que bien lo merecemos 😉

Un paisaje en cada paso