El entorno de Punta Nariga está lleno de magia. El fuerte viento reinante durante muchas épocas del año llevó a la instalación de un parque eólico en sus inmediaciones. Durante el recorrido veremos grandes rocas de las más variadas formas.
Al llegar al faro, vemos la construcción de César Portela, inaugurada en 1997, que simula la proa de un barco introduciéndose en el mar. Tiene una altura de 50 metros y un alcance de 22 millas. En el mascarón, la escultura Atlante realizada en bronce por Manolo Coia se convierte en el lugar perfecto para la foto.
Teniendo mucho cuidado podemos pasear por las rocas sobre las que se sitúa el faro y que presentan singulares esculturas debidas a la constante acción erosiva de agua y viento.
Es el primer faro que visitamos en nuestro camino y aquí nos damos cuenta el porqué del nombre de la ruta. Además de ser unos elementos imprescindibles en esta Costa da Morte, desde esta posición contemplamos a la derecha buena parte de lo recorrido en esta primera etapa y, mirando para la izquierda, vemos el comienzo de la siguiente. Eso es algo que nos va a acompañar en O Camiño dos Faros, las amplias panorámicas de lo recorrido y de lo que falta por recorrer.
Punta Nariga también es el lugar adecuado para hablaros de un grave problema medioambiental existente en este camino, y aquí es la primera vez que aparece. La planta invasora Carpobrotus Edulis (uña de gato), originaria de Sudáfrica, está acabando con la flora autóctona de la costa y la podéis ver en grandes manchas alrededor del faro.
Después del paseo alrededor del faro, hacemos la parada de avituallamiento antes de afrontar la última parte de la etapa que nos llevará hasta la Playa de Niñóns, con un par de complicaciones por lo que os recomendamos no hacerla nunca de noche.
OJO – De aquí al final de etapa, la cobertura de teléfono móvil es nula, por lo que si queréis comunicaros con alguien (amigos, taxi) os recomendamos hacerlo antes
Panorámica 360º del Faro de Punta Nariga