Cabo da Nave

Por el sendero que bordea la Praia de Arnela llegamos a los primeros acantilados del Cabo da Nave. Toda esta etapa nos ha llevado por una costa agreste y abrupta, que hemos ido atravesando por las alturas, pero este tramo no tiene comparación.

Durante dos kilómetros y medio, iremos ascendiendo progresivamente por un sendero, desde una altura de 40 metros hasta los 220 metros de las antenas del Cabo da Nave.

Un tramo duro que deberemos tomar con muchísima tranquilidad y que tiene difíciles escapatorias. Desde el sendero vemos todos estos acantilados salvajes que caen en picado hacia un Océano bravo, salvaje, tenebroso…

Estamos andando por un sitio seguro, pero mirar hacia abajo produce mucha sensación de vértigo. Desde allí, Punta Longa se parece a un cocodrilo adentrándose en al mar.

El sendero es espectacular y volvemos a estar en una ruta de montaña al nivel del mar

Rocas inmensas que nos hacen emplearnos a fondo, en un continuo subir y bajar…

y acantilados vírgenes que sólo pueden tener dos colonizadores posibles: las aves y estas cabras, que hacen auténticos equilibrios para mantenerse y no caer al océano…

En la segunda parte del tramo el sendero, aunque sigue en continua pendiente, es más fácil de andar. Después de esta dura caminata, llegamos a las antenas del Cabo de la Nave, donde aprovecharemos para descansar un poco antes de afrontar los últimos kilómetros de este Camiño dos Faros.

Las vistas desde esta azotea son espectaculares. El monte que cae en picado, la playa de Mar de Fora y el imponente Monte Facho, que esconde en su final nuestra meta: el Faro de Fisterra.

Bajamos por la carretera de las antenas hasta encontrar una desviación a la derecha que nos llevará directamente a Mar de Fora.

Un paisaje en cada paso